No se qué me ocurre: me encuentro cómodo y tranquilo y al mismo tiempo y por los mismas causas inquieto y disconforme.
Es verano. El
mismo verano de la infancia y en realidad el mismo verano de siempre.
Aburrimiento.
Desde ese
aburrimiento contemplaba la imagen que se formaba ante mí como una certeza: mi
vida es esta. La Vida es así ... y está bien.
También ahora paso los días calurosos en la penumbra con las persianas bajadas. Soledad y
silencio. Indolencia y quietud. Vacaciones significa esto. Todo el mundo se ha ido ( o ha muert0)
No tengo
obligaciones para con nadie. He desconectado los teléfonos. Por si acaso. Para
conmigo mismo tampoco tengo obligaciones. Urgentes no. Inmediatas no.
Importantes sí; pero pueden esperar.
El Tiempo es eso que uno tiene que llenar de
acontecimientos para dar sentido a su vida.
¿Esto es un
axioma o es una construcción social? ¿Es una costumbre que se ha convertido en
una forma de ser?
Los
acontecimientos pueden ser de lo más variados; desde matar moscas con el rabo hasta
salvar el mundo.
Pensar,
desvariar, escribir esto, también son “acontecimientos”
La vida parece
algo inerte si uno no emplea su tiempo en algo.
Sin embargo, ni
los niños ni los ancianos necesitan esto. ( Ni los animales, por supuesto: Las
acciones en los animales no son acontecimientos pues no hay voluntad en ellas)
Quizás crecer sea entrar en el mundo de
los acontecimientos. Envejecer es abandonarlos. Ambas situaciones de tránsito
son ... raras.
Se me ocurre
una imagen como metáfora: la de pasar de un mundo a otro atravesando una pared
de fino plástico transparente que se te queda adherido como un molde perfecto.
A partir de
ahí ya vas vestido y preparado para el mundo de los acontecimientos. Pero el tú de verdad permanece dentro de ese
pellejo.
Ese pellejo
que todos ven y confunden contigo- hasta tú mismo confundes- no es más que el
traje espacial con el que te mueves por la nueva atmósfera en la que siempre es
necesario estar haciendo algo.
Luego, cuando
nos hacemos viejos - que es donde yo me
encuentro ahora- ese pellejo se va
desprendiendo y aunque a veces los colgajos te hacen sentir incómodo, sobre
todo cuando te miran... poco a poco te habrás de sentir más ligero a medida que
te ensimismas en el abismo de donde procedemos: la nada, Dios. Lo que sea.
las imágenes de este post están garabateadas durante un viaje en autobús por autopista de León a Madrid.
1 comentario:
No deja de asombrarme como solo con cinco puntos, unas cuantas líneas o una pequeña mancha puedas contar tantas cosas, del paisaje y del pasajero.
Quizá hoy ya estas con ánimo de kakemono con tulipanes naranjos!
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