jueves, 28 de mayo de 2015

"parejas perfectas" en marcha













Os enseño en esta entrada alguna de las "parejas perfectas" en las que he venido trabajando estos días.

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Apenas hace una semana que pusimos en marcha el proyecto y vuestra respuesta ha sido fantástica.

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¡Está siendo fantástica!

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Me propongo corresponder con el mismo entusiasmo.
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Ojalá los resultados estén a la altura.

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Si echais de menos vuestra imagen en este blog no es porque yo la haya dado por mala.

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Será porque me cuadra más para otra selección.
 
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 O porque se me olvidó pediros el permiso.



hasta pronto.






domingo, 24 de mayo de 2015

comparte tu "pareja perfecta"





Comparte tu “Pareja Perfecta” en siete puntos





1-       Pide que os hagan una sencilla foto con el móvil. No hace falta que te lo pienses demasiado, no te prepares en exceso , ni tu aspecto ni la puesta en escena; aunque si te apetece engalanarte es cosa tuya. Te advierto, no obstante, que no creo que se note en el resultado final de la acuarela.



2-       Envía la foto a bayolon@yahoo.es  o bien  a c.v.kissy@hotmail y en el “asunto” escribe “Parejas Perfectas”



3-       Si quieres puedes añadir algún comentario sobre quienes sois, cómo os conocisteis o lo que te parezca oportuno. Es posible que sea un buen complemento a la imagen. Por ejemplo, para mi acuarela con “Curra” escribí: aquí estamos “Curra” y yo. Yo me llamo Jorge y ella... pues eso: “Curra”. Me parece que se nos ve bastante bien aunque ya vamos teniendo unos años -los dos- Dicen que la buena compañía es beneficiosa para la salud, física y mental. Doy fe de que para mí “Curra” es una compañía excepcional. Espero que sea recíproco.



4-       Partiendo de vuestras fotos haré una acuarela en papel tamaño DIN-A 4 que escanearé para mandar       por mail a vuestra dirección. Sólo a vosotros a no ser que me deis permiso para colocarla en mi blog, por ejemplo o en el facebook de Kissy. Cualquier otra posibilidad os será consultada. Vuestra imagen fotográfica no será difundida en ningún caso.



5-       Para cuando haya reunido un número significativo de “Parejas Perfectas” haremos con todas ellas una muestra en la clínica veterinaria Kissy, en la plaza de Santa Cristina, nº2 en Madrid, junto a Puerta del Angel. Las acuarelas se pondrán a la venta por un “módica cantidad” firmadas y sin enmarcar. Parte del dinero que confiamos recaudar se pondrá a disposición de centros de acogida con los que Kissy colabora. Creo que todo esto ocurrirá a finales de Junio, pero os avisaremos.



6-       Daros prisa si queréis participar y corred la voz. Os mando mi foto con “Curra” y la acuarela que resultó  para que os sirva de referencia, tanto del tipo de foto como de lo que se obtiene después.


 



7-       Los gatos también son bienvenidos








jueves, 21 de mayo de 2015

parejas perfectas








“Parejas Perfectas” es un proyecto inspirado en vuestra relación con vuestro  perro ( o gato) .



Colaborar y formar parte es fácil. Puedes esperar a que nos crucemos un día  y decir “sí” si te pido  una foto con el móvil. 

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También puedes concertar una cita por medio de los amigos de Kissy o ponerte en contacto conmigo por correo electrónico a  bayolon@yahoo.es

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Quizás te venga mejor mandarme directamente la foto por correo. 

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Participar es gratis aunque no  garantizo que te guste el resultado.



Tampoco que vaya a utilizar vuestra imagen; este es un proyecto incipiente y no se bien aún cómo lo voy a orientar.






miércoles, 13 de mayo de 2015

retrato en el Nilo






Retrato de A. en Egipto. 





A mi amigo A. no le gustan los retratos. Mejor dicho: no le gusta que le retraten. Sin embargo lo que más me gusta a mí  es  retratar a mis amigos. Mal asunto. No nos ponemos de acuerdo.

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Creo que el mejor regalo que  puedo hacer a una persona es pintar su retrato. Normalmente me lo quedo yo , naturalmente. El mejor regalo es pintarlo. No todo el mundo lo entiende.

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Cuando A. no entiende algo de alguien dice que es un “disparate”. Yo también lo pienso. En eso sí coincidimos. Mas cuando A. afirma esto es para zanjar la cuestión. Para mí, al contrario, es  detonante y pretexto de toda  suerte de conjeturas sin fin. 

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A veces pienso que por esto me gusta hacer retratos. Siento mucha curiosidad por las personas. A veces me parece que después de haber estado un tiempo pintando a alguien lo entiendo todo un poco mejor.

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Para retratar a alguien no tienes que pintar necesariamente su cara. Puedes fijarte en su casa, su ropa o en su forma de bailar... en cualquier cosa  en realidad. Todo lo que hacemos cuenta la historia de quienes somos. 

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Hace poco mi amigo A. realizó un pequeño tour por Egipto. Las fotos que enviaba por güasap eran buenísimas. Yo, para tomarle el pelo, le contestaba que las  sacaba de una revista. Así nos daba esquinazo a todos tranquilamente desde su sofá... Esta era mi excusa para pedirle   también una foto suya, de su cara, delante del Nilo o algo así.

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A. mandaba reportajes enteros y completísimos de los sitios estupendos por los que pasaba, y los museos y los hoteles, pero nada de su retrato.  Cuantas más imágenes mandaba, más pesado me ponía yo. Cuestión de carácter.

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Al final envió una imagen suya. Tan pequeñita que apenas se le identifica. Pero sé que es él.  Naturalmente no por esta foto; sino por por todas las anteriores.  Ya  venía dando pruebas de su persona. Le conozco. 

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Cuando pintamos un retrato también estamos poniendo nuestra imagen, nuestra personalidad, junto a la de la persona que retratamos. Es  inevitable. Dime... tú: ¿qué ves?

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nota: con estas acuarelitas he querido hacer un regalo y homenaje a mi amigo "A" . De su nombre sólo  escribo la inicial porque aunque no es nada discreto, sí que le gusta pasar por ello y no me cuesta nada darle ese gusto.

En esta ocasión y como gran excepción, además de pintar las acuarelas también se las regalé ( dentro de una cajita para que pueda dejarlas en cualquier cajón)



Para pintar las acuarelas utilicé las fotos que mandaba A. desde Egipto casi a diario: yo se las pedía a sabiendas de que iba a utilizarlas para esto. Así el "retrato" es compartido pues supongo que tiene tanto de uno como de otro.


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miércoles, 6 de mayo de 2015

Gaudí Hipster







Llevo unas cuantas semanas intentando cumplir con el encargo de hacer unas cuantas ilustraciones con un tema: la obra de Gaudí. 



A pesar de que se trata de algo bastante concreto, la obra de Gaudí es tan impresionante por su extensión y complejidad que no es nada fácil centrarse en algo y ser resolutivo. Además, hacer una ilustración interesante tampoco es moco de pavo. Se puede recurrir a formas de hacer consolidadas. Es decir: copiar lo que otros han hecho. No hay más que tener algo de oficio... pero resulta tremendamente aburrido. El cliente siempre quiere apostar por lo seguro y uno está seguro de que su propia apuesta es la mejor. Todos tratamos de convertir en certezas nuestras intuiciones. Es divertido encontrar un terreno común. Creo que lo hemos conseguido pero por desgracia no puedo hacerlo público por lo que no debo sacarlo en este blog. Mi cliente desconfía de los piratas. Yo le digo que los piratas no se lanzan sobre el trabajo de un mindundi (yo). Los piratas se aprovechan de la falta de criterio de la gente que quiere algo  ya  refrendado por el éxito.  Sin embargo mi cliente dice que hay piratas que tampoco tienen criterio y que mejor no arriesgar. Así que yo digo que bueno y ya hemos encontrado otro lugar para el acuerdo.




Lo cierto es que de tanto menear el asunto le he acabado por coger un cariño extraordinario al trabajo de Gaudí y le he querido hacer un pequeño homenaje al margen, eso sí, de las ilustraciones dichosas del encargo. Encontré esta foto de cuando era joven y la he pirateado a mi modo.


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el jóven Gaudí a los 26 años pensando en la cantidad enorme de cosas que aún le quedan por hacer


viernes, 1 de mayo de 2015

te quiero una babaridad









Hace un par de días  encontré en el camino un par de caracoles que estaban... bueno:  lo que sea que hacen los caracoles cuando quieren reproducirse. Tan entregados estaban a lo suyo que  no se percataban del peligro que corrían al haber elegido para sus afanes justo la mitad del camino. Peligro no sólo de que alguien les machacara de un pisotón sino también de morir deshidratados. Aunque el día anterior había llovido, ya no quedaba rastro de humedad en el suelo polvoriento y  la pared de hiedra más cercana quedaba muy lejos de su alcance. A lo mejor justamente por hallarse perdidos y en la inminencia de una muerte abrasadora  era por lo que habían decidido entregarse sin más a aquello que sea que hacen los caracoles. Quien sabe. Eran tan sólo dos piedrecillas redondas envueltas en una colcha de babas. Me compadecí y los recogí del suelo adelantándome a “Curra” que parecía tener su propio plan y los dejé con cariño entre las húmedas hojas de hiedra. Sólo me llevó cinco pasos ser   bueno.





Pero  en todo  el resto del paseo no dejé de pensar en los caracolitos. En lo bonitos que resultaban a pesar de las babas y en lo extraño de que estuvieran allí . Sobre todo pensaba en lo providencial de que yo les hubiera encontrado antes de oír el  crujido bajo mi suela.  Como le ocurre a muchas personas a  sin un propósito definido en la vida, tengo tendencia a fantasear con la realidad y a ver señales y encontrar en ellas  explicaciones sui géneris . Consideré por tanto que  no había sido  justo ni oportuno con el Destino habiendo devuelto a los caracoles a la seguridad de su tapia sin más.  De tal modo, ya de regreso al pasar por la hiedra, me arrodillé a ver si encontraba una segunda oportunidad de rescate.  Y sí, allí estaban, haciendo  lo mismo de antes. Tengo que reconocer que no fui yo  quien los encontró esta vez, sino “Curra”, que adivinando mi interés no sólo no se los comió sino que me miró con su tremenda inteligencia, como diciendo “No sé por qué pero creo que es esto lo que buscas”.  Bien por “Curra”.





Así que recogí a los  amantes  babeantes y me los llevé  en la palma de la mano. Tomé  un poco de hiedra para montar un lecho apropiado y al llegar a casa  los coloqué en un plato en mi mesa de trabajo en el estudio. Y pinté esta ilustración que estás viendo aquí. 










Los caracoles estuvieron a lo suyo un buen rato. Por lo menos un par de horas más. Ensayaban vueltas y giros aunque en esencia con bastante parsimonia. Por fin acabaron con aquello y cada uno se fue a un extremo del plato. Pero luego, enseguida y pásmate con lo que voy a decirte, volvieron a reunirse en el borde de la misma   hoja y allí se recogieron cada uno en su concha, sí; pero muy juntitas; tocando umbral con umbral como si hubieran decidido ser lo primero que vieran al despertar.  Les dejé así y seguí con lo mío, porque aunque no tenga un propósito, sí que tengo un montón de tareas estúpidas e inútiles en su mayor parte, pero de las que no me puedo sustraer y que además me ocupan la mayor  parte del día. De modo que no me acordé de los caracoles hasta la noche. ¿Estarían bien? ¿Habrían comido? Y por cierto... ¿qué comen los caracoles? Había  dado por sentado que comen hiedra y que se darían un festín al despertar recuperados de los ardores concupiscentes; pero... ¿ y si no?  Me dio rabia tener que recurrir a la Wikipedia. Hacía poco que había visto en la tele un extenso documental de gasterópodos y sobre ese dato debí quedarme dormido. Recordaba sin embargo  aquel otro fascinante acerca  del hermafroditismo de los caracoles y también que aún no se sabe qué es lo que hace que en un encuentro como el que yo había preservado, un caracol actúe como macho y otro como hembra.  Tampoco yo había  descubierto ninguna conclusión.





 La Wikipedia informaba que los caracoles comen vegetales preferiblemente en descomposición. ¡Maldita sea: yo les había preparado un banquete de brotes tiernos! Y  también encontré otro dato aún más intranquilizador: comen de noche, son de hábitos nocturnos. Esto quería decir casi con seguridad que mis caracoles se habrían despertado con hambre y al no haber nada podrido a su alrededor se habrían ido incautamente en su busca. Y así fue. Irrumpí en el estudio y encendí la luz: el plato estaba vacío y los brotes de hiedra sin tocar. Ni rastro de los caracoles.





Aún no sé dónde estarán. Les he buscado por todas partes pero en  mi estudio hay un montón de esquinas, recovecos y rincones donde un caracol puede perderse para siempre hasta fallecer en una lenta agonía por sed e inanición. La he jodido pero bien.