jueves, 29 de enero de 2015

teoria del artista fracasado

Teoría del artista fracasado.

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palomar

La vida no tiene sentido. Eso lo sabemos todos por más que cuando fuimos niños se empeñaron a fondo en hacernos creer lo contrario y por más que aún ya de mayores nos empleemos también nosotros en convencer a nuestros hijos de lo propio. Y es que nos mueve la buena fe. El único propósito que tiene la vida es perpetuarse y para eso tan sólo es necesario medrar. Como sea. Hasta llegar a la siguiente generación. Pero un propósito no es un sentido. El sentido tiene otra dimensión. Se desarrolla en un plano menos prosaico. En fin, ya sabemos: en el plano de la ética, de la necesidad, la justicia, belleza bondad... dignidad, en suma, quizás... ( me olvidé de las mayúsculas)

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camino y copas de arces en otoño

Que la vida no tiene sentido es algo que sabemos todos. Pero no teniendolo se ofrece como un recipiente vacío para que lo llenemos con el sentido que queramos darle. Nos podemos inventar un sentido para hacer la vida, nuestra existencia, más tolerable. Porque el propósito ciego de ser un simple eslabón en el tiempo de la especie es demasiado poco.  Y somos capaces de sentir felicidad . Desde el mismo instante en que sentimos sabemos que tenemos un destino superior al de la supervivencia y nos afanamos por afianzar todo aquello que nos de cumplimiento en ese destino. Hemos nacido para ser felices o en su defecto para patalear por su falta y luchar por su hallazgo.

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chiringuito cerrado

Hay muchas maneras de empeñarse en esta tarea. Tantas como personas, supongo. Creo que los llamados “artistas” son aquellos que dedican en su vida un tiempo precioso para dotarla de sentido. (ojito que artistas son aquellos que en cualquiera de sus manifestaciones prueban que “Dios también anda entre los pucheros” Santa Teresa , gracias por expresarlo tan bien). En fin, no es que lo hagan de forma consciente. No todos, no siempre. No es tampoco que lo hayan elegido ni tan siquiera que tengan éxito. De hecho se trata de la creación de una incertidumbre y es con lo que primero hay que apechugar. Pero no importa. Lo que importa es que esa búsqueda de sentido va dejando huellas. Esas huellas recogen el sentido que el artista percibe en la vida y lo transmite a los demás. Con esto amplía, mejora, matiza, acompaña... aveces incluso revela el propio sentido con el que vivimos los otros. Así que hay que agradecer la tarea de los artistas.

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muro del "Reservado Chico"

Hay un componente que no es fundamental en todo este embrollo que sin embargo a mí me intriga  -que me fascina, en realidad- Es la falta de control. Los artistas se conectan con el sentido que para ellos tienen la vida. Es lo que se llama inspiración, creo; y esto provoca en ellos una respuesta: la huella o si lo prefieres, la obra, la acción. Pero esta respuesta es bastante autónoma del autor. Es como su lenguaje corporal o su firma. Lo hacen pero no lo controlan. No se trata de un manejo de la técnica. Es que el sentido que encuentran a la vida se expresa a través de ellos. ¡Menudo matiz! Se expresa gracias a ellos pero también a pesar de ellos.  Resulta un poco confuso. Bueno, en realidad sólo es confuso cuando presupones que las cosas deberían de ser de otra manera. Cuando aceptas que son como son es  fácil y deja de haber conflicto. En cualquier caso no tiene remedio.

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casa entre árboles

Si me demoro en todo esto es porque como artista que pretendo ser me gustaría que lo que hago pudiera hablarme con claridad y me dijera, naturalmente, lo que quiero oir.  Me gustaría manejar el sentido que le doy a las cosas como si fuera una llave que abre una puerta a un mundo mejor. Quiero manipular y me encuentro manipulado por mis pretensiones inaceptables. Quisiera ser un gran artista que ha encontrado el secreto de la felicidad y se lo aplica como una pomada  -y pretende envasarlo como un filántropo de barraca - . Pero me encuentro que el sentido de la vida no se puede domeñar porque es intangible. ¿será porque no existe?

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pequeña loma con cipreses

“Claro que existo, estúpido”



1 comentario:

Esther Cossío dijo...

Era la voz de mi subconsciente tratando de engañarte como me quiere engañar a mí. Pero no le hagas caso, ese sentido no existe, sólo el propósito que tan acertadamente has mencionado al principio. Los artistas sólo sois niños durante más tiempo que los demás: unos se limitan a mantener el propósito y los otros nos desesperamos ante la inexistencia de ese sentido y lo absurdo de ese propósito.