domingo, 19 de enero de 2014

la realidad, el deseo y la gripe








 El 17 de Enero escribí en el facebook la siguiente nota para comentar el  post “tres retratos a lápiz”: esto de los retratos es una cosa muy rara. Te haces la ilusión de alcanzar a la persona pero lo que realmente conservas es un trozo de papel.



 Incluía  a modo de ilustración estos tres apuntes  del natural. Son dibujos que quieren ser muy minuciosos, como los que también publicaba en el post, al igual que otros que intento llevar a cabo, porque me da la sensación de que de esta manera realmente puedo “alcanzar” como digo en la nota – entiendase lo que se quiera – aquello que estoy observando. Soy un gran admirador de la Pintura Flamenca, profunda y minuciosa, absolutamente entregada a recoger con devoción cualquier detalle recogido por la mirada del artista. Yo no llego tan lejos, ni muchísimo menos, porque me falta paciencia (o devoción) pero, en fín, todo se andará, quizás.
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Por otra parte también entiendo y comparto la propuesta que hacían por la misma época pero  a miles de kilómetros y en las antípodas conceptuales los pintores de extremo oriente, que pensaban  que un pájaro es más pájaro cuanto más rápido surca el cielo ... así que se puede decir que estoy hecho un lío; pero tan contento.
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En cualquier caso tanto los  unos como  otros, todos los pintores figurativos así como  las personas que aprecian este tipo de arte que se ocupa de representar la realidad, tienen que sustraerse a la tentación de confundirla con ella.  Magritte tituló una de sus obras más famosas “Esto no es una pipa” Naturalmente lo que figuraba sí que lo era. A Matisse le reprocharon que pintara mujeres  tan raras y él respondió “Sra., yo no pinto mujeres, pinto cuadros”. Hay ejemplos a montones y con la fotografía aún más. – Por la fotografía de un puente no se puede cruzar un río- También la literatura y las  artes escénicas se llevan su cuota de espejismos y qué decir del cine.  Quizás el ejemplo más emocionalmente limpio de todo esto lo propone la escultura en dos historias, leyendas o mitos: de un lado el pobre Miguel Ángel agrediendo a su “Moisés” porque se negaba a hablarle... y en el lado contrario,  el afortunado Pigmalión que consigue dotar de amor y vida a la estatua de  Galatea.
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No podemos reprochar a las artes representativas que cumplan  su vocación. Es su función  desde el tiempo de las cavernas. Es sólo que no es su única vocación. Si me apuras te diría que más que una vocación es tan solo un pretexto... Ayer estaba con gripe en la cama; cocido  en mis malos humores, concentrado en desatar el nudo del malestar y agradecido en lo más íntimo por la coartada perfecta que te da la enfermedad –leve- para descansar. Permanecía con los ojos cerrados, pero cuando los abría lo primero en encontrar era una serie de pequeñas acuarelitas que me gustan mucho, “producto” de una corta visita a una  invernal  ciudad costera de verano. Las acuarelitas me recordaban la estancia lo mismo que una   postal. También recordaba todo lo que allí había y que no quise dibujar;  así como el momento de pintarlas, de elegir los motivos, ponerlos en el papel, observar el resultado y decirme “suficiente”... ¿”Suficiente” para qué? ... Suficiente para que alguien – yo mismo por ejemplo- al cabo de los años, envuelto en las brumas de la gripe, pudiera  encontrarse con ellas y decirse “¡Qué bonitas acuarelas”! 
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Y no hay más. Ya lo ves: no es la realidad, no es el deseo. Tampoco es un sólo un trozo de papel.








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sábado, 18 de enero de 2014

di que empiezas ahora tantas veces como quieras





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"di que empiezas ahora 3" -con gripe.


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 "di que empiezas ahora 4- con gripe también"



Echa un vistazo al post anterior



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viernes, 17 de enero de 2014

tres retratos a lápiz



Enrique C






Cuando regresé de esa especie de retiro “sabático” que sólo sirvió para confirmar que retirarse no sirve de nada (lo que ya es bastante)  y empecé de nuevo a pintar en serio lo primero que hice fue un retrato. Un autorretrato. Y lo llamé “Di que empiezas ahora”. Aquél cuadro me costó muchísimo trabajo y no era muy bueno. De hecho era en realidad espantoso y tuve que hacer un “Di que empiezas ahora, 2 “


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 Gonzalo P



Al primero lo quité del bastidor, lo enrollé y me olvidé de él.  Con el tiempo, en una mudanza volvió a aparecer y me di cuenta de que el cuadro no estaba tan mal, lo que ocurría es que yo había salido más feo de lo que me parecía que debía de salir. Así de tontas somos algunas  personas; buscamos la verdad que nos complazca y seguimos probando suerte hasta encontrarla o que se acabe la partida.




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Jóven en el metro con cascos


















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martes, 14 de enero de 2014

del psicoanálisis también se sale





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El post postizo



Este es un  post de mentirijillas, un presentador de malabares, un maestro de ceremonias, un prolegómeno impostado, pues el verdadero post empieza a continuación y no está a la vista. El verdadero post es un tostón que requiere  aviso de “peligro por exposición al aburrimiento en caso de lectura" y si fuera una persona sensata , consecuente y sobre todo pudorosa no lo publicaría, pero no lo soy; así que voy  a utilizar la posibilidad que nos brinda la plataforma de Blogger para estirarme a lo largo y a lo ancho de mi ombligo y al mismo tiempo guardar un poco las apariencias de respeto que me merecen mis hipotéticos lectores. En resumen: si quieres saber lo que cuenta el verdadero post tendrás que llegar al final de esta página y hacer “click” en “más información”. El resto es cosa tuya, estás avisado.

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amapolas




Me congratula informarte de que ya no habrá más post de este cariz ( o de este jaez) puesto que no serán necesarios.  He cumplido uno de los propósitos de este blog que era comprender y explicarme  algunos de  los puntos de partida e  intereses propios que están no tanto en mi trabajo como  en la intención que pongo en él y que quizás estén a la vista de los espectadores pero no a la mía propia. Hay veces que la cercanía te impide la visión. Prácticamente todos los post que he publicado desde que empecé este blog han apuntado al  propósito de hacerme entender pero los últimos se han centrado en ello a saco y, dentro de lo que cabe, estoy satisfecho; así que no es necesario abundar más. Todo lo contrario.


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jueves, 9 de enero de 2014

peripatético

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No se me escapa que de manera bastante peripatética llevo un par de post – y este será el tercero- tratando de justificar mi actividad como pintor con este asunto de la confianza. Y  me estoy poniendo muy pesado  así que voy a ver si redondeo el argumento y  acabo de una vez por todas. 
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Tampoco se me escapa  que estoy abusando de las palabras lo que, tratándose de la Pintura, ocurre en cuanto escribes algo más que el  título de la obra. Es decir: los cuadros han de hablar por sí mismos y si no lo hacen, por mucho que  se deje constancia de las intenciones  que supuestamente los sostienen, no se consigue nada. Salvo quedar en evidencia.



Entonces... ¿a qué viene insistir? 
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Pues a que soy muy pesado.
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Tan  simple como eso. Soy de las personas a las que les gusta el sonido de su propia voz, o en su defecto, seguir la secuencia de sus ocurrencias y ver  qué pasa. Las ocurrencias son como anzuelos del pensamiento: a veces sale un buen pez y las más una bota vieja; pero siempre es divertido tirar del hilo . Entiendo que mirar no lo sea tanto así que no tienes porqué quedarte. Siempre aviso.
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Ya me centro.  Le doy vueltas a esto de la confianza porque me parece una cuestión muy  importante hoy en día. No voy a hablar de la crisis, tranquilidad- aunque podría. Voy a centrarme en lo que significa para mí ser pintor en la actualidad y en porqué es necesaria la confianza para seguirlo siendo. La razón es evidente: la pintura ahora no interesa. Es un lenguaje agotado, requetetransitado, exprimido, cumplido y finiquitado.
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Sin embargo está vivo ¡oh!  Puede que no para tantos como lo estuvo en otros momentos de la historia, pero desde luego para muchos - ¿los suficientes? – con la misma intensidad de siempre, si no más aún. 
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¿El motivo? El de siempre también; no puede haber otro. La pintura permite una complicidad total entre el alma (perdón) del pintor y la del espectador. No es sólo que no necesite de intermediarios ni de soporte mediático que diluya la intención del autor, es que ni siquiera necesita del lenguaje, o las ideas. La comunicación es rotunda, visceral, profundísima. ... y permanente. 
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La gasolina que anima el motor de esa comunicación es la confianza que los pintores puedan tener en lo que hacen. En primer lugar en comunicarse consigo mismos, y, luego, si tienen suerte, con los demás.



Ocurre que en estos tiempos en que la pintura ya hace tiempo que alcanzó su zénit, en los que sus recursos expresivos parecen haberse agotado, en los que los movimientos y las ideas utilizan otros lenguajes que llegan a mucha más gente... los pintores han de tener aun más confianza que nunca en sí mismos para sacar adelante una obra que está por hacer – no nos olvidemos de este detalle- y que nadie aguarda. Sólo ellos. Sólo.
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Si no se  tiene confianza por arrobas es imposible  dar un paso adelante y no digamos fuera del estudio.



Por eso la confianza se constituye en un fin más que en un medio, La finalidad de la pintura es tener confianza en sí misma y si la tiene la entrega a quien la contempla. ¿No es curioso que sea confianza lo que más necesitamos actualmente? El milagro de la supervivencia de la pintura es justamente creer en sí misma, que es también lo que nos va a salvar a todos. (Pero eso es un efecto colateral. Gracioso, sí; pero ya)

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Y por último: (lo juro: por último) a todos los lenguajes expresivos cuando llegan a su paroxismo final les da por mirarse el ombligo y hacer de sí mismos el tema principal de reflexión y trabajo. Es lo  normal después de todo  lo propuesto sin haber  conseguido nada definitivo – la salvación por ejemplo- Tan sólo  meneos en horizontal. Es entonces cuando el lenguaje se pregunta qué ha fallado, qué ha hecho mal y  se cuestiona a sí mismo hasta los cimientos. Necesita recuperar la confianza en sí mismo, pero de forma literal en sí mismo. No le vale ser vehículo de ideas o escuelas, tendencias ni “ismos”. Está felizmente desencantado y paradójicamente listo para alumbrar su mejor momento... confío.
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Por último -vaya: ¡no tengo palabra!- Los pintores actuales necesitamos una dosis extra de confianza porque ninguno sabemos pintar. Lo hemos tenido que gestionar sobre la marcha. Es normal: a estas alturas en ningún sitio serio te pueden enseñar el oficio. ¿Enseñarte a  pintar como quien? ¿Como los flamencos, como los híper-realistas, como los pop, como los prerrafaelitas, como los pintores de las cavernas...? Cada movimiento, escuela o periodo artístico ha desarrollado una técnica que estaba fundamentada en su idea y concepto del mundo al cual se adaptaba como un guante. Llegados a este punto final de la historia si alguna escuela se postula tendrá que ser en otro ámbito; la animación en 3D o qué se yo. El caso es que los pintores, solos, solitos como ya he dicho, tienen que  desarrollar su propia técnica al tiempo que se aplican en descubrirse a sí mismos y qué quieren o tienen que contar. La mayoría no tenemos ni idea. Afortunadamente. Por eso pintar es una cuestión de absoluta confianza. Me crees, ¿verdad?
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