martes, 7 de enero de 2014

trabajando sin rumbo


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bodegón holandés
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Al poco tiempo de acabar mis estudios y empezar mi andadura profesional tuve un ataque de sensatez y decidí que sería bueno a  largo plazo tomarme un tiempo sabático para orientar mi trayectoria.


El hecho de que no consiguiera orientar nada no significa que la decisión fuera errónea. Es sólo que no había nada que orientar. Pero yo era demasiado joven para suponerlo y buscaba certezas. Siempre a vueltas con la cuestión de la confianza.

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viernes 29 de mayo


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Después de dos años estupendos de largos paseos por la montaña y poco más, quiso la casualidad que me ofrecieran un estudio bastante bueno en pleno centro de Madrid y decidí que no podía tomarme más tiempo para esperar esa clarividencia que no llegaba.



Ya sé, ya sé lo que estáis pensando: “este tipo o era tonto o era un vago”  Pues bien: las dos cosas. Pero no reniego de nada. Sé bien que las lecciones importantes hay que aprenderlas por propia experiencia.

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esto es lo que hay
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Cuando regresé a Madrid tenía la sensación de empezar de cero, no tanto por haber descuidado mis incipientes relaciones y compromisos profesionales como porque era muy consciente de no estar en absoluto formado para asumirlos de nuevo. Antes había sido inconsciente, entonces me volví en exceso  precavido.
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plato con frutas y goma de borrar
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De modo que decidí iniciar por cuenta propia un aprendizaje a marchas forzadas para quemar cuanto antes las lagunas en mi oficio. Ya que no había averiguado qué debía pintar, iba a intentar comprender cómo debía pintarlo. Lo que vulgarmente se conoce como coger el rábano por las hojas o mucho más bonito: una huída hacia delante.

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sillón con delantal
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A falta de ideas pues, en mi nuevo estudio me dediqué a la “pintura de género” Bodegones, interiores, paisajes y retratos. Sobre todo retratos. Me parecía lo más difícil, la piedra de toque: si conseguía hacer un buen retrato habría logrado mi meta: hacer una buena pintura que interesara pese a todo... porque hay que reconocer que el retrato está muy denostado hoy en día. Pesan sobre él un montón de prejuicios clasistas que casi dan al traste con él. Es una lástima... o si lo prefieren: una estupidez.
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rincón de esperar el qué
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El caso es que yo, que me había hartado de estar solo durante los dos años que estuve de sabático, me volví hospitalario y pedigüeño de visitas y a todo el mundo le rogaba que viniera al estudio a hacerme una visita y ya de paso... pintarle.

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tiempo invernal en el observatorio
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No hay nada que curta más la confianza de un pintor que enfrentarse con el retrato así que hice bien en poner a prueba la paciencia de mis amigos. ¿Y sabéis lo mejor de todo? Me quedé con la mayoría de los cuadros. O será que no les gustaron...
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jarrón con lírios y lo otro no sé





Lo juzgareis vosotros en el próximo post, con el que espero cerrar definitivamente esta pequeña serie acerca de la pintura y la confianza.

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