Cada vez que veo a alguien absorto en su
lectura siento el impulso de ponerme a su lado y preguntar de modo cómplice por
lo que lee. Es mi espíritu cotilla y envidioso. Si: siento envidia y celos de
la intimidad y de la complicidad que se genera entre un buen libro y su lector.
Naturalmente me contengo; pero no por
educación, sino porque me falta desparpajo y porque sé que en esa relacción
raramente caben tres. De modo que me conformo con mirar. Soy un voyeur de
personas leyendo. Sigo el movimiento de sus ojos sobre las líneas. Intuyo las
palabras que casi llegan a los labios e imagino o creo adivinar la trama por la
postura corporal. Cuanto más limpia es la burbuja en la que se aisla el lector
con su libro, más clara y más interesante es la imagen que proyecta. Cuanto
mayor es su concentración, más fuerte es el silencio que les rodea, estén donde
estén. Es un espectáculo fascinante.
1 comentario:
Tú lo has dicho: "es un espectáculo fascinante" a mí me ocurre algo muy parecido con este blog, con lo que leo en tus cuadros.
Saludos,
ana
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