Kakemonos de mayo 2014 (4)
Esto de los Kakemonos es una apropiación
que espero no sea demasiado indebida de un término oriental- japonés, creo_ que
sirve para designar unas obras de caligrafía, pintura o ambas; sobre papel o
seda que pueden recogerse con facilidad y exponerse sólo cuando a uno le
apetece o cree conveniente; que bien
pudiera ser siempre, o sólo por luna nueva o en el día de la patrona. Esta singularidad convierte la experiencia de la
contemplación en un acto consciente y
voluntario y con ello la intensifica y da un valor añadido. No es algo que
está ahí, siempre igual, y que la
costumbre puede volver invisible.
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Naturalmente todo lo que pueda dar más reconocimiento a las cosas que uno hace resulta muy tentador para apropiárselo.
Nuestra cultura es más bien de ir con “todo” al escaparate y a mí mismo nada me agrada más que ser
colocado con carácter permanente e indiscutible en el mejor sitio de la casa.
Pero por si acaso algún día me vuelvo mejor, más humilde, voy por delante de mí
mismo con los kakemonos por bandera y luego que cada cual haga en su casa lo
que quiera.
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En las casas tradicionales de oriente
había un lugar especial para desplegar y colgar los kakemonos. Este lugar era
compartido por otros, digamos, “objetos de contemplación” como pudiera ser una
cerámica, una ofrenda o unas flores. Las flores son especialmente sensibles a
esta idea de presencia en el tiempo pues su carácter efímero hace tomar
especial consciencia del momento presente que vivimos. Supongo que de eso se trata...
confío... porque si no desde luego que estoy haciendo el memo en llamar a estas
piezas mías Kakemonos y más me valiera buscarle otro nombre...
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