miércoles, 14 de mayo de 2014

kakemonos tres de cinco

   


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En algún otro lugar de este blog ya he hablado de los “kakemonos”.


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 Si te interesa saber lo que dije o cuales fueron los trabajos que mostré, sólo tienes que hacer “click” en la etiqueta correspondiente en la esquina superior de tu derecha en la pantalla del ordenador. Yo sólo retengo una ligera idea pero con eso me basta. Me ocurre lo que con el nombre de las flores: sé que tienen uno pero no me importa saber exactamente cuál es. Los nombres tienen sentido cuando hay una razón para compartirlos. Mientras tanto son sólo un sonido hueco que las corrientes de mi cabecita no consiguen retener. 

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Sé que escribí sobre los Kakemonos pero fue hace tiempo y ya es agua pasada así que a riesgo de repetirme, prefiero escribir de nuevo y actualizar la experiencia.

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 Esto de los Kakemonos lo llevo “practicando” a intervalos desde hace tiempo pero siempre es más o menos el mismo concepto. Se trata de pintar de la manera más inmediata y espontánea posible el motivo que tengo delante, sin interferencias del pensamiento, sin estrategias ni ideología. Se trata de pintar como si  pintar fuera un acto natural y reflejo igual que respirar, parpadear o poner un pie delante del otro. 


En fin. Se trata de una entelequia, pero hay veces, hay momentos en los que realmente me acerco mucho, tanto que estoy dentro, tanto que ya no distingo entre la pintura, el motivo y yo mismo. Naturalmente es una sensación maravillosa y espero y confío en que la obra lo haya recogido entre sus trazos y lo conserve y lo trasmita al espectador. Transmitir... ¿qué? ... la Felicidad ¿qué si no?

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