lunes, 23 de febrero de 2015

un día como cualquier otro.


Hoy es 23 de febrero y sería un día como cualquier otro de no estarse cumpliendo con todo rigor aquello de "febrerillo el loco". Ha salido el Sol y se ha vuelto a ocultar tras las nubes al menos una docena de veces y aún no estamos a mediodía.  Tan pronto parece  por fin primavera como una ráfaga de viento helado  obliga a subirnos  la cremallera hasta la nuez. Personalmente no me gusta nada.  Mis cambios de humor ya son bastante acentuados de por sí y esta indecisión metereológica los complica aún más.

Además tengo que darle a la terraza una segunda capa de pintura aislante ( la vecina se queja de goteras) y con estos nubarrones intermitentes no termina de secarse la primera. De modo que aquí estoy sin saber muy bien qué hacer con mi tiempo. Mientras  lo decido voy a ver si escribiendo un poco me aclaro.

 Y pensandolo bien, no me viene mal, porque tengo algún asunto pendiente para meter en el blog y esta puede ser la ocasión. Ocasión que viene al pelo porque la terraza es justamente la protagonista. ¡Qué curioso!

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En fin... si sois seguidores de este blog   sabréis que voy mezclando la vida  personal y profesional porque entiendo que para mi trabajo no hay territorios independientes. Habréis leído aquí  que mi madre murió hace unos meses ( ver " Despedida" ).  Resulta que casi todo el mundo que la trató la situaba en su imaginación en el marco de esta terraza que ella disfrutaba tanto y  que cuidaba con esmero. Hay un dicho, parece ser que oriental, que dice más o menos que "para ser feliz unas horas puede uno darse un banquete y para serlo una temporada es posible  echarse pareja; pero que si quieres ser feliz toda la vida hay que cultivar un jardín."  Mi madre cultivaba  su pequeño jardín en macetas y jardineras  y doy fe de que le proporcionaba la suficiente felicidad como para compartirla..

Incluso aún en pleno invierno como ahora, cuando pocas veces podía salir a disfrutar, desde su sillón comentaba cuanto le gustaba mirar hacia fuera y  ver su pedacito de cielo por encima de las plantas dormidas.

En su funeral resultó muy emocionante para todos yo creo, compartir los recuerdos y ver que, sin habernos puesto de acuerdo, casi todos giraban alrededor de su imagen buena y dulce en este lugar que para nuestra pequeña familia ( gracias a los amigos y a los pequeños recién llegados, no tan pequeña) es  emblemático.





 Por eso, como regalo de navidad tardío, a Kike y a mí se nos ocurrió hacer una especie de mural - mosaico que representara (más o menos) la terraza de Carmen en su conjunto. Y entregar por sorteo a cada uno de los componentes familiares un fragmento para que lo guarde o lo enmarque o haga con él lo que quiera. Es gracioso porque cada trocito funciona como una imagen abstracta con su propio sentido individual e independiente del resto. Pero juntos forman un algo más, una otra cosa. Una familia, supongo.

Por cierto que hoy también  es el día que Carmen hubiera cumplido 89 años. 






2 comentarios:

ana dijo...

...busqué la terraza que había visto por aquí hace algún tiempo (la primavera pasada creo), la encontré, llena de vida... y es esa la imagen alegre y llena de buenos momentos que como trocitos de un collage, conforman la vida. Los amigos, los recien llegados, los ausentes...cada uno ocupa un pedacito de un grande y colorido mural.
El cielo recibe tus colores y alegras la vista a cada uno de los que pasamos por aquí.
Alegría y salud,
ana

Alice dijo...

Hola Jorge! una amiga de blog compartió el link a esta entrada hace unos días. Me pareció muy interesante la idea del collage y me llamó la atención lo escrito, pues que seguí leyendo y leyendo, hice raras conexiones entre tus escritos y libros, entre tus pinturas y pintores, y me encuentro gozando con tu blog. Siento muy lucidas tus reflexiones y disquisiciones y con un fino humor, los dibujos, acuarelas y óleos me encantan. Te sigo!