lunes, 23 de marzo de 2015

cabezas de memoria


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En la cabeza está todo. Guardado en las estanterías de la memoria se encuentra  lo que uno quiera. Especialmente si  tiene suficiente paciencia para buscar, pues nuestra memoria es un sistema de almacenaje caprichoso, disperso y ... ¿porqué no  decirlo? también bastante creativo. De tal forma que cuando no encuentra lo que echa en falta,  ensambla piezas dispersas para crear con ellas un sentido nuevo, que da la casualidad de ser justo  el que  buscaba.

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En estos días estoy elaborando un archivo con mis trabajos. Casi todos los guardo en carpetas dentro del ordenador; en un contenedor al que puse el nombre de “gran saco con todo”. Es fácil suponer que mi actitud al meter las cosas en un saco era la de perder el mínimo tiempo posible en seguir alocadamente hacia adelante. Las personas ordenadas comprenden que archivar adecuadamente el pasado permite entrar más ligero en el futuro. Pero las personas ordenadas tienen una característica o cualidad que yo no he cultivado: la de dejar atrás. 

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A mi esto no me ocurre. Especialmente con los trabajos que realizo, quizás por la naturaleza intríseca de los mismos. Es difícil dar por terminado un cuadro. Con el tiempo y la experiencia he adquirido algunas mañas para convencerme de que debo pasar a otra cosa. 

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El que considera que va a tener que archivar lo que va haciendo, en previsión  construye estánterías adecuadas. Allí irá colocando como trofeos sus trabajos terminados. Los que  somos tipo cigarra  vamos echando en un saco aquello  que abandonamos para que se junte con todo  lo demás, a ver si así, como en los buenos guisos, la mezcla y el tiempo concluyen lo que por sí mismo uno no pudo.

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La memoria juega en esto un papel protagonista.  La memoria organiza y discrimina. Nos asalta y nos impone  criterios que son  suyos. Me he puesto a organizar  mi saco y de mi memoria han salido estas imágenes que  había pasado por alto. Pertenecen a un grupo de dibujos que realicé hace  tiempo en un cuaderno de los que suelo llevar encima.  Son personas reales. Eso creo. Para llevarlos a cabo tomé de los modelos unas pocas notas en forma de trazos sueltos y esbozados y luego, tranquílamente, con ayuda de la memoria fuí obteniendo trazo a trazo el rostro que recordaba. Se trataba de un juego, de una partida entre mi memoria y yo... para que ganásemos los dos. Espero. 

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