martes, 5 de noviembre de 2013

el pinar de las siete hermanas






Ya he terminado con el cuadro. Si fuera una gallina, cacarearía; como no lo soy, edito un post.  Estoy contento, esa es la cosa.



Además de contento estoy sorprendido porque más o menos ha ido todo según lo previsto, incluidas las sorpresas. Lo que quiero decir es que no suele ocurrir, o al menos no a mí. Creo que pintar tiene mucho de estrategia o de técnica o de lo que sea que intentan enseñar en las escuelas. Cada uno vamos adaptando esas enseñanzas y desarrollando  estrategias propias que más tienen que ver con lo que uno es; lo que quiera que esto signifique.

 El pintor Manuel Sáez lo expresa certeramente cuando dice que los resultados no provienen de un método sino de una forma de ser


.Método y forma de ser han de ajustarse continuamente el uno con el otro y no imponerse ciegamente porque son tantas las pequeñas cosas que ocurren con cada pincelada que es fácil dejar de reconocerse en lo que estás haciendo. 

El pasado domingo escribía lo siguiente:


Esta mañana mientras preparaba el café pensaba que cuando uno mira mucho tiempo fijamente una cosa, aquello termina por perder la forma original y se convierte en algo estúpido. Por mucho que quieras algo hay que dejarlo respirar para no ahogarlo ni ahogarte tú.


Supongo que lo pensaba porque hoy es domingo y me voy a tomar el día libre. No voy a pintar (ni blog ni nada) De todas formas sí que le he echado una mirada al cuadro. Está muy chulo. Le queda el pino más cercano y “amarillear” el suelo; pero el cuadro ya se “ve”. Ha quedado muy bien: Puedo estar satisfecho. Es un cuadro limpio. Tiene luz, color y dibujo. Es sencillo. Está resuelto con sencillez. Quizás sea por los dibujos y bocetos que hice anteriormente. La estrategia funcionó. Quizás también ha sido importante  que atinara a modificar el rumbo sin perder la dirección cuando las cosas no salían exactamente tal cual las había imaginado... porque... también hay que reconocerlo: no es el cuadro que tenía en la cabeza. Quizás ese cuadro no se podía pintar. He hecho una adaptacion.
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el pinar de las siete hermanas. óleo sobre lienzo 160 X 200




Me pregunto cuantas de las obras que admiro son adaptaciones de lo que el artista tuviera en su cabeza.  (Si es que había algo) Al proyectar algo es difícil considerar todas las posibles desviaciones que pueden ocurrir e irse acumulando. No contamos con que los pinceles no obedezcan del todo; que los colores no sean exactos, que la composición no se pliege al formato... Al final, por tanto, hay que transigir. Además...la imagen que tenemos en la cabeza y de la cual partimos, por más que tengamos un motivo de referencia, no es una imagen  precisa. Justo es reconocerlo. Por lo tanto es en vano intentar hacer una transcripción exacta de algo que no está claro. ¿O no lo es? A veces a base de tanteos me he acercado a lo que buscaba. “Acercado” No hay que darle más vueltas. Creo que es un acierto reconocer y aceptar las limitaciones. Las propias y las del medio... y las del a vida en sí. De ese modo se puede profundizar en las posibilidades que sí que ofrece la tarea, en lugar de estar dándose de cabezazos inútiles contra lo que no puede ser.

Ooshi espera a que termine de escribir para que le abra la puerta de la calle




1 comentario:

ana dijo...

Encontrar el equilibro entre el método y la forma es esencial para encontrarse uno mismo. Esto valdría para casi cualquier cosa que se haga (poesía incluso que es lo que yo intento escribir).
Otro punto esencial: "está resulto con sencillez" Resolver algo con la maestría de la sencillez, ahí está el "más difícil todavía":
llegar a pintar (aunque sea con palabras), "esa luz" de una forma sencilla.
Por cierto, escribes muy bien, tus cuadros de palabras son también sencillos y luminosos.
Un saludo,
ana