lunes, 28 de abril de 2014

paseo,bosque, otoño,camino









Cuando mi madre se fue  dejó en herencia un montón de recuerdos y aún más enigmas acerca de su persona que ya nunca podré resolver. Me temo que en ningún caso lo hubiera conseguido pues mi madre era una persona muy enigmática; no al estilo de las espías de las películas de cine negro o cosa parecida sino más bien en el estilo de las personas que por ser esencialmente nobles se escapan a la comprensión de quienes no lo somos tanto y por eso no acabamos de entender a quien es bueno, inteligente y coherente, pase lo que pase.  Nos asombra y en cierto modo nos intriga y perturba que las razones de un comportamiento heroico y sin alharacas se deban tan solo a la bondad y a la tranquilidad que da tener principios. La vida de mi madre fue fácil y bonita  en ocasiones y durante largos períodos muy dura, marcada por limitaciones muy serias; pero ella siempre fue la misma.
.

De todas formas esto que escribo no pretende ser un homenaje a su recuerdo porque no me veo capaz y porque esto sigue siendo un blog de pintura o mejor dicho: de lo que yo pinto. Pero tengo el recuerdo de una historia sencilla que contaba mi madre y que siempre  he tenido como referencia. Es muy cortita y dice así:
.

Contaba mi madre que en el despacho de su jefe - ella fue el equivalente a secretaria de dirección muchos años - colgaba un cuadro que se entretenía en mirar cuando era llamada para tomar una carta al dictado,. Debía ser muy buena mecanógrafa porque mientras apuntaba las  notas no necesitaba mirar el papel. En cambio dice -decía- que dejaba vagar la mirada por los senderos del cuadro, que representaba un paisaje en otoño y se dejaba llevar. Para mi madre la pintura tenía esa función. No me parece poca cosa, sobre todo sabiendo que a ella realmente le gustaba mucho adentrarse en la naturaleza y pasar allí las horas, muchas veces sola, especialmente sola.
.

Yo he querido siempre pintar un cuadro así para ella, sobre todo desde que por una severa lesión de cadera, sus movimientos estuvieron muy, muy limitados. Pero tengo que reconocer que no me he sentido capaz de estar a la altura de su recuerdo. Sin embargo, he pintado muchos, muchos cuadros con caminos y me pregunto si no será por este motivo, aparte, claro está, de lo mucho que a mí mismo me gusta caminar a cielo abierto.
.

 Cuando mi madre murió, yo estaba trabajando por centésima vez en un cuadro con bosque, otoño y camino. Es un cuadro redondo. El círculo parece que concentra muchísimo la intensidad de la mirada. Supongo que es porque nuestra propia visión no tiene ángulos rectos. Da igual. Lo cierto es que eso tiene a su favor; y en su contra el que es muy complicado componer en él.  Quizá por eso  o por mi propia torpeza, lo cierto es que llevo años tratando  que el cuadro funcione. Por fortuna estoy acostumbrado a que un cuadro se me resista y rara vez abandono; Puede ocurrir que el cuadro me abandone a mí, pero ese es otro tema. El caso es que por este cuadro tenía especial interés y lo he retomado una y otra vez intentando tenerlo terminado para ponerlo frente a su sillón favorito aún cuando ella hace -hacía- tiempo que no prestaba atención,

Y sí: ya lo acabé. Faltaba ella

.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Verdaderamente es lo único que faltaba,porque el resto es fantástico.Gracias por compartirlo.María Jesús.