¿Has visitado un post de hace una semana que se llama "no tengo ni i dea de lo que estoy diciendo"? ¿No? Pues es el momento de hacerlo
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El jardín de pulgarcito
Hay un provervio chino un pelín cínico que
dice “si quieres ser feliz un rato, emborráchate. Si queres ser feliz un
tiempo, cásate. Si quieres serlo toda la
vida, cultiva un jardín”
Aunque sea en una maceta, Añado.
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Ya sé que no es lo mismo, pero el cambio de
escala puede tener réditos en esta cuestión de la felicidad que seguro que
algún provervio chino ha de mencionar.
Por desgracia no me viene ninguno a la memoria. Pero tengo mi propia
experiencia así que tampoco lo necesito. Sé que hay cosas que no se ven bien hasta que no nos acercamos. Para eso uno tiene que dejar de estar donde estaba para ir
al encuentro de lo pequeño. En apariencia no supone un gran movimiento,
pero puede ser un gran cambio.
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La ventaja
de cambiar de escala no es otra que la de ver las mismas cosas de distinta
manera, Es la manera más directa y sencilla de renovarse. O de ampliar
horizontes... O de viajar. En este caso el viaje te lleva más cerca de ti de lo
que podrías suponer. Es un viaje que se
emprende de manera improvisada. Partimos
al poner la atención en donde solemos pasar
por alto. A veces hay un rayito de sol que ayuda, porque señala con un dedo de luz donde hay que mirar. Tambien puede ocurrir
estar ensimismado y al cabo de un rato, reparar en lo que se tiene delante de
la cara y advertirlo como por primera vez. Se percibe “aquello” como una
“forma” no como algo que conocemos y creemos comprender.. Los niños
pequeños miran así.¿ Has notado su cara
de encantamiento? Tambien los niños pequeños miran muy de cerca las cosas .
Mirar algo desde muy cerca crea una intimidad inmediata que nos calienta el
corazón.
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En “El jardín de Pulgarcito” quiero tratar de
la amistad por lo pequeño, por lo irrelevante ,
por lo que no damos importancia y que sin embargo está siempre cercano,
atento a nuestra disposición. Dar valor
a lo pequeño y hacerlo “grande” es conectar con el ánimo valiente y confiado
de Pulgarcito que podía estar a salvo
bajo la hoja de un ciclamen y que siempre encontraba la manera de volver a su
hogar.
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