domingo, 6 de octubre de 2013

monsergas y placeres de la edad

 Al ir haciendose uno mayor a menudo encuentra que puede darse el gusto de empezar a contar sus batallitas como si se tratara de un cuento.  Puedes empezar las frases con  "Hace muchos años..."  y  a lo mejor ni siquiera hace tanto tiempo. Lo que ocurre es que en tu cabecita eso ya no importa. Ocurrió y eso fue todo. O puede que ni siquiera ocurriera pero a tí se te antoja que sí  debió de ocurrir y para el caso es lo mismo porque es lo que te cuentas y lo que cuentas a los demás. Afortunadamente no lo haces con todos los acontecimientos de tu vida porque si lo hicieras sería demasiado ... ¡no me sale la palabra! ... bueno, es igual... Ah sí: ¡indiscriminado!. lo haces sólo con aquellos hechos que para tí tienen relevancia y has de pulir para que la realidad se ajuste a la importancia que  le otorgas. Por ejemplo: yo tengo una gata blanca como la nieve y siempre he querido tener un gato  así, de modo que un día que paseaba por la calle, entré en una tienda de animales y  compré una que tenían  en el escaparate.  Sin embargo a todo el mundo le digo que la encontré en la calle debajo de un coche que estaba a punto de arrancar y que le salvé la vida... ( lo cual ocurrió exáctamente tal cual, salvo que fue   mucho más tarde y con otra gatita que tengo, terríblemente vulgar y parda, a la que adoro...  La blanca es , por cierto, algo difícil )  Parece que "fantaseando" te evitas dar explicaciones sobre tus razones y tu comportamiento. Haces lo que las circunstancias parecen obligarte a hacer de una manera inevitable, bonita  y misteriosa.

Me gustaría tener una buena historia para explicar porqué me gusta pintar arbolitos en flor, especialmente almendros y magnolios, pero no la tengo ni se me ocurre... lamentablemente... porque pintar flores se me antoja una de las cosas más ñoñas que a uno le pueden ocurrir. Sin embargo yo lo hago a cada rato y no tengo coartada alguna. Debe ser que sí: que soy un moñas y no hay más. Afortunadamente otra cosa que tiene ir haciendose mayor es que ya no te ves en la tesitura de tener que dar tantas explicaciones. Ya no hay que embellecer ni justificar nada...  ni siquiera de cara a uno mismo.
Lo cierto es que moñerías aparte, si eres pintor tienes que pintar flores porque las flores lo tienen todo para ser pintadas: color, dibujo. textura, ritmo, luz, vida... tanto es así que todos los pintores que no tienen complejos en algún momento las han pintado. ¡Pues ya está! 

Las flores de los magnolios son unas de mis favoritas. Su belleza es evidente y además  son flores de silencio y de penumbra. Florecen cuando la Primavera aún no ha llegado pero  se la espera con ardiente necesidad. El  esplendor de estas flores colma esta espera con generosidad desbordante. Son un regalo. Hace muchos años me hicieron este regalo y desde entoces lo anticipo cada año con meses de adelanto.





pequeño magnolio que actualmente vive en Londres



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