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Ayer estuve pintando. Estuve centrado y
las cosas salieron. Creo. El cuadro me espera en el estudio pero hoy no podré
tocarlo porque tengo que dejarlo secar y reposar un poco. Me
gustan los colores y el movimiento que le he dado a la pequeña loma. Aunque podría ser
inmensa porque no hay referencias. No existe figura humana ni árboles, ni nada... ya las pondré. Mientras tanto me entretengo en reconocer que aunque me gusta lo que hice, no tengo ni idea de cómo lo hice. Esto pasa a veces. A veces incluso las cosas salen muy bien; pero no como uno quiere que ocurra sino como al cuadro
le da la gana. Esto sucedió con el cuadro
que tiene Laura en su casa y podría fácilmente ocurrir con este. Lo veo venir.
Parece que al pintar siempre haya que dejar un
margen para el descontrol y la sorpresa. Hasta que el pincel, la brocha, el trapo o lo
que sea, no ha pasado por el cuadro uno no sabe el efecto del nuevo trazo; por
más que eligiera con mimo el color, la densidad de la pintura, la dirección
y el recorrido. ¿Cómo es esto posible? No parece que haya
tantas variables para el Caos, ¿no? Me pregunto si hay un porcentaje asumible
para este descontrol.
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Hay que reconocer que no siempre es así. Hay
veces que el vértigo se reduce y parece que el cuadro se convierte en un
caballo bien domado. Es fuerte, tiene su propia vitalidad, energía y te
lleva... por donde tú quieres. Pintar así es
maravilloso.
¿Cuándo es esto posible? Supongo
que no basta con tener dominio de la técnica. Ni tampoco con conocer tus limitaciones... Quizás lo más importante sea tener muy interiorizado el motivo y comprender cuales son
las razones por las que quieres pintar precisamente aquello y no otra cosa. Esto es lo que va a dar la forma y el carácter al cuadro. El carácter que tú necesitas que tenga, y no ningún otro, por muy lucido que
sea.
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Esto no me ocurre aun con el cuadro de esta
pequeña colina en la Casa de Campo.
En primer lugar no termino de tener claro el
dibujo. Hay un caminito de contornos difusos cuyo trazado no conozco bien. No
comprendo cuales son sus ondulaciones ni las del terreno que tiene alrededor.
Me lo tengo que inventar. Luego... el color de base es gris. Todo el mundo sabe
que el gris puede ser cualquier color. Es más: debe ser cualquier color. De lo contrario se queda sin vida, como
la puerta de un calabozo. ¡La tierra
tiene que tener vida! Por añadidura cada
pajita, cada cardo, retama, raíz, huella, arbusto, encina... aporta su propio
matiz, su propio gris en esta hora del contraluz al amanecer... Es
dificilisimo.
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Bueno... Tengo que quedarme tranquilo y
pensar cómo lo afronto. Quizás haya que hacer un estudio en grande con
carboncillo como hice con el “pinar... “ Quizás tenga que reflexionar aún más
sobre la naturaleza huidiza del motivo.No es un panorama que se
divisa y se comprende de una mirada. “Comprende” en la doble acepción de la
palabra: entender y abarcar. No, no es así. ¡Este lugar se manifiesta al pasar
por él! Y no siempre. Primero se
descubre desde una cierta altura al alcanzar un recodo, luego bajas una pequeña
pendiente y vuelves a verlo desde la base, de abajo arriba. Por último, cuando
estás en medio de la cuestecita tienes una nueva perspectiva, contigo dentro.
.Es el mismo sitio y no lo es. ¿Cómo resuelves esto en una imagen quieta, fija, como es una pintura? Se me ocurre que haya que recurrir a la memoria. Y qué hay en la memoria. Hay tan sólo una imagen o qué hay. Porque puede que no se trate tan sólo de imágenes sino de otra cosa... ¿Qué cosa? ... ¿Una sensación?... ¿Una acumulación de imágenes y sensaciones?
.Es el mismo sitio y no lo es. ¿Cómo resuelves esto en una imagen quieta, fija, como es una pintura? Se me ocurre que haya que recurrir a la memoria. Y qué hay en la memoria. Hay tan sólo una imagen o qué hay. Porque puede que no se trate tan sólo de imágenes sino de otra cosa... ¿Qué cosa? ... ¿Una sensación?... ¿Una acumulación de imágenes y sensaciones?
Hablando de todo un poco: ¿qué es una “sensación?”
Una sensación es una agitación en el ánimo
que no llega a ser un sentimiento. No tiene la fuerza ni la definición que
puede tener un sentimiento. Es una intuición de “algo” que puede querer o
llegar a ser. Pero que no es aún. Quizás no lo sea nunca. Es fácil que estas
sensaciones no se concreten nunca. Ni siquiera se formulen con palabras. Casi
pasan desapercibidas.
Yo tengo una sensación asociada a este lugar
pero no sabría decir en qué consiste. Puede que esté asociada a la carrera a
campo traviesa que hago frecuentemente y que me lleva a pasar por allí. Sin
duda también a la pequeña hondonada y a cómo recoge la luz. Pero sobre todo y más que nada a lo anodino del
lugar: es un sitio de tránsito. Es uno de esos lugares que nadie considera y de
los que está lleno el mundo . Es un lugar que tendría equivalencia en los
innumerables momentos en los que tampoco pasa nada. Cuando vamos a por el
coche, cuando fregamos los platos, cuando estamos en el ascensor o en una sala
de espera... Son momentos abundantes. Los días se fabrican con ellos en un...
¿90%? Pero ni a estos momentos ni a estos lugares se
les concede ningún valor. Sólo el del trámite.
Sin embargo, como en estas ocasiones no
estamos haciendo realmente nada, es cuando más imperceptiblemente podemos
“ser”. No “hacer”, ser. Pasamos
rápido porque vamos a por algo o esperamos otra cosa y es entonces, a veces de una manera
fugaz, como un atisbo, cuando se nos revela quienes somos.
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Jódete y pinta eso.
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