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Me he
despertado a las siete, a las siete en punto y he pensado que para ser un día de fiesta no está mal, soy un reloj sin calendario. Estaba soñando con R.
No eran buenos sueños, naturalmente. Desde hace un tiempo sueño con un R
apartado, triste, solitario. Ensimismado e inaccesible.
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Me he
levantado y he preparado un café. He sacado a Curra de mi cama y me he sentado tranquilamente
a escribir por escribir. Mientras preparaba el café he hecho un lista de las pocas cosas que tengo
que hacer esta mañana. Kike no vendrá a comer, lo que significa más
tiempo porque pondré "ropa vieja". También pensaba que estas horas que paso a solas antes de que propiamente comience el día, son mis favoritas. Naturalmente no puedo, ni podría ni querría convertirlas
en las únicas porque me moriría de asco. Creo que es lo que le pasa a toda la
gente que se aísla... pero este es un pensamiento nuevo, de ahora mismo,
mientras escribo, y esto es ya adelantarse demasiado.
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Bueno,
el caso es que he pensado dedicar la madrugada
a escribir y luego, cuando se haya hecho de día, hacer las cosas de la
casa: compra, limpieza, Franz (tengo que ir a casa de Franz a dar de comer a
sus gatos) Quizás por la tarde haga algún dibujo del muchacho leyendo debajo
del árbol. Llevo meses sin encontrar el momento...
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Mientras
colaba el café he pensado en todo eso y aún más, porque pensar es algo que
hago muy deprisa, como todo el mundo, ¿no?
Bueno, como todo el mundo que se cree que pensar es eso. También he "pensado" pues, en el
dibujo que hice antes de ayer, el que puse en el blog y que
me gusta mucho; y en que no soy un gran artista, tipo Miró, sino más bien un
artista tipo mediocre y algo friquie, del tipo de los ancianos bohemios
que sacaban en el documental sobre la vida cultural de Mayorca, a los que dedicaron unos segundos, mientras que a Miró...
Bueno ¿qué le vamos a hacer? Uno puede elegir sus ambiciones pero no su
destino...
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El
primer, primerísimo pensamiento de esta mañana ha sido “me equivoqué” Y lo
cierto es que ni siquiera sé a qué me refería. Creo que era con esto de la Pintura... pero ahora no lo tengo tan claro... puede que la equivocación de
refiriera a verme como un “artista” así a lo grande; cuando es mucho mejor no
verse ni grande ni chico ni nada . Simplemente dedicarte a pintar y dejar que
los demás te coloquen donde quieran y por supuesto, saber tú mismo dónde estás.
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Oigo trastear en el dormitorio de mi madre: Voy a ver qué pasa.
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No pasaba nada: quería ir al baño y se había hecho un lío con las sábanas; pero ya que me he levantado le he puesto de comer a los bichos y a mí mismo otro café.
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Ya son
las ocho y aún no hay ni rastro de luz en el cielo. Curra está ahora en mi cama
y a Gaspar me lo he traído para darle un poquito de cariño. Creo que a
este perrito no le estoy prestando mucha atención. No la que se merece un cachorro.
No sé si es por temperamento pero no parece echarla en falta. Me
pregunto qué parecía yo a su misma “edad”. Creo que Gaspar va a ser el
compañero de la última etapa de mi vida. ¿Le pondría nombre a esa etapa? ¿Qué
clase de nombre sería? ¿Un nombre algo triste, un nombre algo friquie? ¿Un
nombre luminoso y tranquilo tal vez?
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Gaspar
quiere bajar de la cama... y se baja. ¿A dónde irá? ¿Qué puede desear después
de desayunar? ¿Qué mejor que estar tranquilo aquí, con Curra y conmigo dándole
calor? Oigo la puerta de la terraza... Estaría muy bien si quiere salir a
hacer un pis o... pero no: trajina con la escudilla de la perra así que lo que quiere es
asaltar otro plato que no sea el suyo. Este perrito es un glotón ¡Glotón! Quizás esté a tiempo
de cambiarle el nombre... A decir verdad me siento un poquito defraudado con Gaspar... y
conmigo mismo por mis faltas hacia él. Pero no pasa nada: se me pasará. Es normal. Normal, me refiero,
en personas como yo, que siempre esperan de la vida que se comporte como la coreografía de un
musical... Por suerte o por bendita experiencia ya sé que las cosas no son así
y que tooodo en esta vida tiene su lado “a pesar de” con el que hay que negociar.
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Gaspar
ya ha vuelto de la terraza. Me mira desde el quicio de la puerta y se echa sobre uno de mis calcetines. Lo acepto como un gesto
de cariño.
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... Le estoy dando vueltas en la cabeza a
los personajes de la novela que empecé a leer ayer. Se llama “Me
desperté temprano y saqué al perro” de Kate Alkitson. Cuando vi el libro en la biblioteca naturalmente pensé: “con este título este
libro es para mí” Ha resultado ser una novela policiaca. Es lo que indica en la contracubierta aunque de momento tan solo parece la crónica de unos personajes abandonados a su suerte y no me está haciendo
ninguna gracia. Están
muy bien descritos y preferiría que no lo estuviesen tanto porque si el Dolor es el tema preferiría apartar el libro de mi lado. Es un poco “los personajes son buena gente a la que le ocurren cosas malas” En fin... quizás exagero. De todas formas el
libro ya merece la pena sólo por el título, que ha resultado ser la primera frase de
un poema de Emily Dickinson que luego voy a copiar por si no lo conoces. Ayer, al leerlo, el mundo se puso en acuerdo.
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¡ Y aun no
consigo avanzar del momento en el que colé el primer café! ... porque sigo con el recuento de mis ocurrencias ( Por cierto: si
hay alguien que lea esto habrá de sustituir todos los “pensado” por “se me ocurrió que” ) Bueno, pues en esas estaba, colando el café,
cuando se me ocurrió que a todos los que la Navidad nos pone nerviositos es
porque no estamos cómodos con el cariño que damos ni con el que recibimos.
Aunque necesitamos del afecto, como todo quisqui, mantenemos una distancia de
seguridad que en estas fechas se pone en evidencia.
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Creo
que tiene que ver con lo que he comentado antes acerca de concebir la vida como
una ñoña coreografía y cuando esta no se ajusta a los pasos marcados ya no nos vale.
¡Error!
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Tomemos
como ejemplo cualquiera de los personajes o argumentos que han salido hasta
ahora: Gaspar, mi madre, la pintura, Kike, los amigos, el libro... todo requiere
un esfuerzo de aproximación, de adaptación. El cariño no se siente, se construye.
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Con
mucha torpeza, por cierto
Aquí va
el poema:
Me
desperté temprano y saqué al perro
Y fui a
visitar el mar
Las
Sirenas del Fondo
Subieron
para verme
Y las
fragatas- en el piso de Arriba
Extendieron
sus manos de Cáñamo
Suponiendo
que yo era un ratón
Varado
en la Arena
Pero
nadie pudo moverme de allí- hasta que la marea
Cubrió
mi sencillo zapato-
Y llegó
hasta mi Delantal- y hasta mi Cinturón y hasta mi Corpiño también
Hizo
como si fuese a devorarme
Enteramente
como el Rocío
Sobre
una mata de Dientes de León
Y
entonces- yo también- eché a andar.
Y él –
Él me siguió de cerca
Sentí
su Talón de Plata
Rozándome
el tobillo – y entonces mis Zapatos
Rebosaron
de Perlas
Hasta
que así nos encontramos en tierra firme con la Ciudad
A nadie
Él parecía conocer Y con una reverencia- y una mirada intensa
Bueno,
pues son ya las 9. Me voy a pasear a mis perros a ver si me encuentro yo
también con Él.
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