1º de
Diciembre 2013. Domingo, 8´00 de la mañana
Ayer
nació Matilde. Esta mañana la he visto en unas fotos que me han mandado desde
el hospital en Canadá. Pequeña preciosa Matilde. Me encanta el nombre que te
han puesto. Me pregunto si algún día te conoceré y qué papel jugaré en tu vida
si es que llego a jugar alguno. Es un asquito ser tan poco cariñoso.
Ya sé
que no es el mismo plano o al menos que no lo debería ser pero también ayer vi
al que puede ser mi nuevo compañero: un cachorrito de terrier escocés que me
miraba con ojos fijos a través del cristal. Es una estupidez pensar ni siquiera
en ello tal y como tengo organizada la
vida y las expectativas y todo eso... en fin...tengo este domingo para
pensarlo. Aunque sé que no es cuestión de pensarlo sino de otra cosa. Bueno,
hay que dejarlo estar.
Ayer
(además de encontrarme con el cachorro) estuve dedicado a terminar los dos
carteles para la obra de teatro. En realidad hubiera bastado con uno pero
¡mira! España y yo somos así. Por la mañana estuve con Kike y también la
dedicamos a la obra, buscando materiales para la escenografía y trapos para el
vestuario. Fue una mañana productiva.
Son las
8´20 está a punto de salir el Sol. ¡Míralo: ya está aquí, grande suave y
amarillo!
Hoy es
domingo y debería poder descansar... sin embargo sé que no podré hacerlo como quisiera.
Si por mí fuera no haría nada. Por lo menos no haría planes. Dejaría que las
cosas fueran sucediendo y ya está. Pero tengo que ir a la biblio. Hacer el
dibujo de la estructura y mandarlo, sacarle fotos a los kakemonos y hacer más pequeña
la plataforma para el escenario. Tengo que ocuparme de las comidas y del
bienestar de los que tengo alrededor...Ah y organizar el estudio.
Son
cerca de las doce de la noche. Reconozco que estoy un poquito desesperado.
Mañana tengo que ir al banco a por dinero y no sé cuanto podré sacar. No voy a
llegar con reservas a la próxima expo a no ser que ocurra algo inesperado y muy
pero que muy bueno... y encima me planteo comprarme un perro que sólo
complicará mi vida un poco más. Sencillamente estoy hecho un lío. ¿Qué coño
puedo hacer para salir de este embrollo?
Confiar
y seguir adelante. Decir “Sí”.
Todo a
mi alrededor dice “No”. Sólo queda oponerse y decir “Sí”
Lunes,
2 de diciembre 2013. 7¨05
Si me
compro el perrito significa que mi vida no sólo no es un desastre sino que voy
de sobradito. Es ponerme por encima de mis posibilidades en prácticamente todos
los sentidos. Es decirme a mí mismo: “Sí, te lo has ganado “o “Sí: tú puedes.
Significa decir “Si” cuando lo más fácil y lógico es decir “No”
En
realidad no sólo significa eso, que ya es mucho. Significa lo mismo que cuando
salté a la carretera para recoger a Benita. Son cosas que no puedes dejar de
hacer. Un corte de mangas a la Muerte. Aunque ya sabes que la Muerte está allí
para todos y para todo. Quizás sea el “Sí” más definitivo. Decirle “No” a la
muerte. Hacerle una cuchufleta infantil. ¡Ahí te quedas! Voy a hacer como que
no existes.
Es algo
estúpido y abocado al fracaso como muchas decisiones que se toman con lo que se
llama el Corazón. Significa querer, esperar...más aun: ¡confiar! Más aún:
suponer que las cosas han de salir bien...contra todo pronóstico.
Me
siento en el sofá tomando café y veo cambiar el color del cielo contra el negro
que enmarca el alfeizar de la terraza. Me hago preguntas como “qué significa
estar vivo” y otras menudencias por el estilo.
Y yo mismo me contesto que “significa”
quizás no sea la palabra adecuada. Las cosas no tienen significado en sí... O a
lo mejor “significa” es eso: darle sentido a las cosas. ¡Sí! Es la palabra
adecuada porque se trata de darle un sentido a las cosas. Ya sabemos que no lo
tienen pero después de todo hay que dárselo. ¿Curioso, no es cierto?
Ahora
bien... ¿Podemos?
No, no
se trata de poder. Ya sabemos que no podemos. Está más allá de nuestras
posibilidades. Se trata sin embargo de que “debemos”.
Debemos encontrar un sentido para las cosas, para la vida, y luego hacerlo
posible. Y todo sobre la marcha, claro.
Yo
ahora tengo que empezar el día. 7.45.
3 de
Diciembre de 2013. Cerca de las 8. Martes.
Ayer
traje a “Gaspar” a casa. Es un pequeño oso de pelo negro y encrespado y está
llenito de vitalidad. Ooshi está desconcertado, las gatas han desaparecido y
Curra de momento se mantiene distante. No ha sido una muy buena recepción. Sin
embargo estoy seguro de que el carácter porfiado del pequeño Gaspar pronto
conseguirá ganarse adeptos. A Kike y a mi madre ya se los ha ganado. A Israel (el
veterinario) también ¿Y a mí? A mí ya me tenía ganado de antes.
La
primera noche ha tenido un principio agitado. Me parece que en un descuido se dio un atracón de la comida de los gatos y
tenía la barriga dura e hinchada como un tambor. Posiblemente también tuviera
un miedo razonable y extrañara su vida anterior, por más que esta consistiera
en estar dentro de una pecera con otros perritos enloquecidos. Aunque ¿quién
necesita intimidad si eres un cachorrito de dos meses? Bueno, el caso es que le
costó conciliar el sueño Le puse un cajón forrado en mi cuarto y le sentía
agitarse y gemir bajito. Por fin se me ocurrió ponerle agua y estuvo bebiendo
con ansia. Después se tranquilizó y ha dormido toda la noche de un tirón.
Cuando esta mañana a las siete, me he levantado con el mayor sigilo para
empezar con las tareas, estaba frito en
el cesto, pero nada más llegar a la cocina, al girarme, ya estaba ahí como un
dibujo animado, con el rabito bien tieso, esperando...qué.
Ahora,
cumplidas sus tareas de cachorrito descansa con la mitad de su cuerpo encima de
Curra que parece conforme a condición de poner ella su cabeza en mi pierna...
Ooshi desde su atalaya nos mira displicente y sigue en huelga de hambre.
En
fin.... permanecería aquí más tiempo pero tengo que empezar el día.
He
salido con Curra y con Gaspar. Ha sido, supongo, su primera toma de contacto
con el mundo exterior y ha ido bien. Es un perrito muy espabilado. Al principio
no ha hecho más que asegurarse de la consistencia del terreno bajo sus pies.
Luego ha empezado a corretear tras Curra, que no ha hecho ningún esfuerzo por
ponerse a su nivel, y cuando ha visto que no le era posible alcanzarla, se ha
venido a mis pies a pegar saltitos de júbilo con cada carrera buena de la perra
tras el palo que le arrojaba.
Ahora
estamos los tres en mi cuarto, descansando. Entra una hermosa luz que da de
lleno en mi chistera de lana (Sí: tengo un gorro así de estrafalario. Además
tiene orejeras y es lo más abrigado que existe). El rayo de sol lo convierte en
la penumbra de la habitación en algo así como un monte boreal...por lo menos.
No
parezco muy dispuesto a trabajar hoy. Quizás más tarde, Ahora me parece
prioritario quedarme aquí, escribir y quizás repasar el manual para el
adiestramiento del cachorro.
Acabo
de hacer tres dibujitos a pluma desde donde estoy escribiendo. El protagonista es,
naturalmente, Gaspar. Creo que me voy a animar a meter todo esto en el blog
pero le voy a hacer antes una foto a ver qué tal sale, para que se vea que no
miento al dibujar al perrito ni al describir lo gracioso que es.
.
.
1 comentario:
Me encanta la gente que escribe Corazón con mayúsculas!
Gaspar es un buen nombre, tuve un amigo perro que se llamaba así y me pasa un poco como a ti con "Matilde", es un nombre que me aporta buenas sensaciones así de botepronto.
Suerte con el cachorrillo y que disfrutéis mucho de la mutua compañía.
Saludos,
ana
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