martes, 3 de diciembre de 2013

¿Por un perro?



1º de Diciembre 2013. Domingo, 8´00 de la mañana



Ayer nació Matilde. Esta mañana la he visto en unas fotos que me han mandado desde el hospital en Canadá. Pequeña preciosa Matilde. Me encanta el nombre que te han puesto. Me pregunto si algún día te conoceré y qué papel jugaré en tu vida si es que llego a jugar alguno. Es un asquito ser tan poco cariñoso.



Ya sé que no es el mismo plano o al menos que no lo debería ser pero también ayer vi al que puede ser mi nuevo compañero: un cachorrito de terrier escocés que me miraba con ojos fijos a través del cristal. Es una estupidez pensar ni siquiera en ello tal y como tengo  organizada la vida y las expectativas y todo eso... en fin...tengo este domingo para pensarlo. Aunque sé que no es cuestión de pensarlo sino de otra cosa. Bueno, hay que dejarlo estar.



Ayer (además de encontrarme con el cachorro) estuve dedicado a terminar los dos carteles para la obra de teatro. En realidad hubiera bastado con uno pero ¡mira! España y yo somos así. Por la mañana estuve con Kike y también la dedicamos a la obra, buscando materiales para la escenografía y trapos para el vestuario. Fue una mañana  productiva.



Son las 8´20 está a punto de salir el Sol. ¡Míralo: ya está aquí, grande suave y amarillo!



Hoy es domingo y debería poder descansar... sin embargo sé que no podré hacerlo como quisiera. Si por mí fuera no haría nada. Por lo menos no haría planes. Dejaría que las cosas fueran sucediendo y ya está. Pero tengo que ir a la biblio. Hacer el dibujo de la estructura y mandarlo, sacarle fotos a los kakemonos y hacer más pequeña la plataforma para el escenario. Tengo que ocuparme de las comidas y del bienestar de los que tengo alrededor...Ah y organizar el estudio.






Son cerca de las doce de la noche. Reconozco que estoy un poquito desesperado. Mañana tengo que ir al banco a por dinero y no sé cuanto podré sacar. No voy a llegar con reservas a la próxima expo a no ser que ocurra algo inesperado y muy pero que muy bueno... y encima me planteo comprarme un perro que sólo complicará mi vida un poco más. Sencillamente estoy hecho un lío. ¿Qué coño puedo hacer para salir de este embrollo?



Confiar y seguir adelante. Decir “Sí”.



Todo a mi alrededor dice “No”. Sólo queda oponerse y decir “Sí”







Lunes, 2 de diciembre 2013.  7¨05



Si me compro el perrito significa que mi vida no sólo no es un desastre sino que voy de sobradito. Es ponerme por encima de mis posibilidades en prácticamente todos los sentidos. Es decirme a mí mismo: “Sí, te lo has ganado “o “Sí: tú puedes. Significa decir “Si” cuando lo más fácil y lógico es decir “No”



En realidad no sólo significa eso, que ya es mucho. Significa lo mismo que cuando salté a la carretera para recoger a Benita. Son cosas que no puedes dejar de hacer. Un corte de mangas a la Muerte. Aunque ya sabes que la Muerte está allí para todos y para todo. Quizás sea el “Sí” más definitivo. Decirle “No” a la muerte. Hacerle una cuchufleta infantil. ¡Ahí te quedas! Voy a hacer como que no existes.



Es algo estúpido y abocado al fracaso como muchas decisiones que se toman con lo que se llama el Corazón. Significa querer, esperar...más aun: ¡confiar! Más aún: suponer que las cosas han de salir bien...contra todo pronóstico.






Me siento en el sofá tomando café y veo cambiar el color del cielo contra el negro que enmarca el alfeizar de la terraza. Me hago preguntas como “qué significa estar vivo” y otras menudencias por el estilo.  Y yo mismo me contesto que “significa” quizás no sea la palabra adecuada. Las cosas no tienen significado en sí... O a lo mejor “significa” es eso: darle  sentido a las cosas. ¡Sí! Es la palabra adecuada porque se trata de darle un sentido a las cosas. Ya sabemos que no lo tienen pero después de todo hay que dárselo. ¿Curioso, no es cierto?



Ahora bien... ¿Podemos?



No, no se trata de poder. Ya sabemos que no podemos. Está más allá de nuestras posibilidades. Se trata sin embargo de que “debemos”. Debemos encontrar un sentido para las cosas, para la vida, y luego hacerlo posible. Y todo sobre la marcha, claro.



Yo ahora tengo que empezar el día. 7.45.





3 de Diciembre de 2013. Cerca de las 8. Martes.



Ayer traje a “Gaspar” a casa. Es un pequeño oso de pelo negro y encrespado y está llenito de vitalidad. Ooshi está desconcertado, las gatas han desaparecido y Curra de momento se mantiene distante. No ha sido una muy buena recepción. Sin embargo estoy seguro de que el carácter porfiado del pequeño Gaspar pronto conseguirá ganarse adeptos. A Kike y a mi madre ya se los ha ganado. A Israel (el veterinario) también ¿Y a mí? A mí ya me tenía ganado de antes.



La primera noche ha tenido un principio agitado. Me parece que en un descuido  se dio un atracón de la comida de los gatos y tenía la barriga dura e hinchada como un tambor. Posiblemente también tuviera un miedo razonable y extrañara su vida anterior, por más que esta consistiera en estar dentro de una pecera con otros perritos enloquecidos. Aunque ¿quién necesita intimidad si eres un cachorrito de dos meses? Bueno, el caso es que le costó conciliar el sueño Le puse un cajón forrado en mi cuarto y le sentía agitarse y gemir bajito. Por fin se me ocurrió ponerle agua y estuvo bebiendo con ansia. Después se tranquilizó y ha dormido toda la noche de un tirón. Cuando esta mañana a las siete, me he levantado con el mayor sigilo para empezar con las tareas,  estaba frito en el cesto, pero nada más llegar a la cocina, al girarme, ya estaba ahí como un dibujo animado, con el rabito bien tieso, esperando...qué.



Ahora, cumplidas sus tareas de cachorrito descansa con la mitad de su cuerpo encima de Curra que parece conforme a condición de poner ella su cabeza en mi pierna... Ooshi desde su atalaya nos mira displicente y sigue en huelga de hambre.



En fin.... permanecería aquí más tiempo pero tengo que empezar el día.







He salido con Curra y con Gaspar. Ha sido, supongo, su primera toma de contacto con el mundo exterior y ha ido bien. Es un perrito muy espabilado. Al principio no ha hecho más que asegurarse de la consistencia del terreno bajo sus pies. Luego ha empezado a corretear tras Curra, que no ha hecho ningún esfuerzo por ponerse a su nivel, y cuando ha visto que no le era posible alcanzarla, se ha venido a mis pies a pegar saltitos de júbilo con cada carrera buena de la perra tras el palo que le arrojaba.



Ahora estamos los tres en mi cuarto, descansando. Entra una hermosa luz que da de lleno en mi chistera de lana (Sí: tengo un gorro así de estrafalario. Además tiene orejeras y es lo más abrigado que existe). El rayo de sol lo convierte en la penumbra de la habitación en algo así como un monte boreal...por lo menos.



No parezco muy dispuesto a trabajar hoy. Quizás más tarde, Ahora me parece prioritario quedarme aquí, escribir y quizás repasar el manual para el adiestramiento del cachorro.




Acabo de hacer tres dibujitos a pluma desde donde estoy escribiendo. El protagonista es, naturalmente, Gaspar. Creo que me voy a animar a meter todo esto en el blog pero le voy a hacer antes una foto a ver qué tal sale, para que se vea que no miento al dibujar al perrito ni al describir lo gracioso que es.



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1 comentario:

ana dijo...

Me encanta la gente que escribe Corazón con mayúsculas!

Gaspar es un buen nombre, tuve un amigo perro que se llamaba así y me pasa un poco como a ti con "Matilde", es un nombre que me aporta buenas sensaciones así de botepronto.
Suerte con el cachorrillo y que disfrutéis mucho de la mutua compañía.

Saludos,
ana