miércoles, 18 de diciembre de 2013

retrato de Celia

 
dibujo de Ooshi con un desdichado gorrión. detalle
 
 
Lo que escribí hace un par de entregas de este blog acerca de las ocultas razones que implicaron a mi amigo a cambiar de vida, (vease "el ramo que te regalé"me hizo reparar otra vez en lo divertidas, fascinantes y misteriosas que son las vidas de las personas, sobre todo vistas de cerca pues, cuanto más de cerca las observas , más te queda por comprender. Si además de curioso (o cotilla, según se mire) eres pintor, esto te lleva de forma ineludible al retrato.

Yo debo de ser curioso o cotilla en grado sumo porque he hecho muchos retratos y pienso seguir haciéndolos a la mínima oportunidad a pesar de que ya sé que no es posible ir más allá de la superficie del retratado; pero qué es la pintura sino pura superficie. Para mí es suficiente. Hay que respetar el misterio. 



Este que aquí os presento es el último retrato que he pintado. Se trata de mi amiga Celia y, en cierto modo, es un retrato que pintamos entre los dos. Se trata de una colaboración, que es lo que yo creo que debe ser un buen retrato. No tiene ninguna gracia que yo imponga mi criterio  a la persona que quiero pintar ya que  en cierto modo y después de todo es lo que va a pasar inevitablemente porque es lo que ocurre  con todo lo que uno pinta: no somos máquinas. (Según parece ni siquiera  los experimentos científicos se libran del subjetivismo...)En resumidas cuentas: aunque Celia no va por la vida como una mujer fatal de cine negro (eso es lo que ella cree)  es como quería que la pintara y así lo intenté.

Quiero que sepáis que durante la sesión preparatoria hubo un incendio en el edificio  y los bomberos y la policía perdieron la concentración al ver aparecer a Celia. Por fortuna yo daba el contrapunto adecuado y las llamas pudieron ser sofocadas.

Pero anécdotas aparte, hay algo que sí que quiero mencionar y que quizás ponga en tela de juicio lo que he descrito al principio de este post como una especie de resignación a la falta de conocimiento y de comprensión que podemos aspirar a tener de los demás. La cosa es como sigue: Yo tardé bastante tiempo en pintar este retrato y para cuando lo hube acabado Celia había pasado por un complicado proceso de cambios de los que yo no había sido testigo; entre otras cosas porque me mantuve alejado a causa  del sentimiento de culpa que me provocó estar demorandome tanto con su retrato... Cuando por fin terminé la pintura le di la vuelta al cuadro y esperé el momento oportuno para entregárselo; pero antes de que esto se produjera, un día por casualidad, vi el rostro de Celia en la pintura y no la reconocí.  “ya estoy otra vez con mis manías y mis auto- boicots” me lamenté. Me lamenté pero le cambié la expresión del rostro: Se la hice más suave aunque en cierto modo también más insondable. Cuando por fin le llevé el cuadro a Celia y le conté lo que me había pasado, se emocionó porque sin que yo hubiera sido testigo, había captado la metamorfosis que los cambios en su vida le habían producido. Ya no era la misma mujer que fue cuando empezamos el cuadro; pero sí la que estaba allí pintada. ¿Cómo, porqué?  ¿Lo veis? Siempre quedan preguntas.


.


No hay comentarios: